Postillas de coyuntura - 014/24
Bogotá, agosto de 2024
Antecedente
La administración de los recursos públicos ha sido un tema de preocupación constante. La Contraloría General de la República ha identificado problemas persistentes en el uso de estos dineros. En el último año, se han abierto procesos de responsabilidad fiscal por un valor de $6 billones de pesos. Los problemas detectados por el órgano de control incluyen la mala gestión y la corrupción, circunstancias que afectan la eficiencia y transparencia en la ejecución de proyectos públicos.
La corrupción es el problema más significativo, en la administración de los recursos públicos de la nación. Según Transparencia Internacional y su Índice de Percepción de la Corrupción 2023, Colombia se ubicó en el puesto 87 de 180 países, con una puntuación de 40 sobre 100.
De otra parte, ejemplos recientes lo evidencian:
Escándalo en la UNGRD: La Fiscalía de Colombia ha pedido encarcelar a los responsables de un escándalo de corrupción en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD). Los imputados tenían pleno conocimiento del comportamiento exigible a aquellos que manejan recursos públicos.
Admisión del presidente Petro: El presidente Gustavo Petro ha admitido que su gobierno ha sido afectado por la corrupción, aunque ha defendido los esfuerzos de su administración para lograr un cambio.
Corrupción en las EPS: La Contraloría ha revelado prácticas de corrupción en 24 Entidades Promotoras de Salud (EPS), donde los fondos destinados a la salud fueron desviados para actividades ilícitas
Sentimiento social
Para el ciudadano, la administración de los dineros que conforman el presupuesto del estado resulta diferente a cómo utilizamos la billetera o los recursos propios (el deber ser) y para ello se requiere que los encargados de manejar los dineros asignados conozcan de qué forma legal se pueden asignar sin afectar la lógica legítima o si destino final. Dicho de otra forma, deben ser personas idóneas, preparadas y con experiencia técnica para ejecutarlo y que claramente no se deben dejar presionar de los irresponsables administradores, jefes, superiores o ejecutivos malversadores, corruptos; que presumen con su abuso de poder intimidar a sus inferiores por un cargo burocrático o político que al final pueden ser responsables de su mal empleo y lo peor de todo ya no tener el apoyo de sus equivocados líderes que se hacen a un lado y se lavan las manos para evitar su responsabilidad política culposa y para seguir gobernando el país de los ingenuos que vuelven y votar también equivocadamente por estos desfalcadores.
Para el elector, resulta incongruente observar que los dineros en algunas entidades públicas se manejen caprichosamente según los criterios corrompidos de algunos funcionarios para que puedan ser manipulados ilícitamente como si estos fueran recursos de libre y arbitraria disposición. Deben entender que el dinero del estado es ajeno y por lo tanto debe rendir cuentas de su uso u abuso generado.
El residente en esta tierra confía en que los funcionarios públicos entiendan que los recursos públicos son los dineros que de una u otra forma aportan todos los colombianos con el pago de los impuestos y están destinados única y exclusivamente para las necesidades básicas de funcionamiento e inversión, entre otros importantes para el desarrollo económico y social y de bienestar de los residentes en la nación.
Así mismo, se debe concebir que una correcta administración de un presupuesto puede contribuir al alcance de mayores objetivos y metas proyectadas por toda una Nación que demandan alcanzar mejores niveles de educación, seguridad, salubridad, justicia, equidad social y en fin restarles a todas las deficiencias del pasado.
Es inaceptable que califiquen el mal uso de los recursos como responsabilidad de otras administraciones para no asumir su propia responsabilidad, afirmaciones que buscan distraer la atención de electores futuros que no entienden o son fácilmente convencidos por sus teorías confundidas que igual los hará responsables por el hurto descarado de los dineros del estado.
Asombra cada vez más que pese a la ilegitimad de los hechos corruptos conocidos no tengan vergüenza o pena de sus actos equivocados y con gran cinismo continúen dando cara de mansas ovejas con su piel de lobos rapaces.
Su atrevimiento e ignorancia los acusará durante toda su vida y serán señalados por la sociedad que finalmente los juzgará y cobrará sus atrevidos y desbordados errores.
Consideraciones
La mala y equivocada administración de los recursos públicos tiene consecuencias graves para la sociedad y ponen en evidencia las causas de una gestión deficiente.
Ineficiencia administrativa: Procesos burocráticos lentos y complicados pueden resultar en el uso ineficiente de los recursos, sin dejar de lado la incompetencia de los funcionarios asignados en los diferentes cargos públicos.
Las soluciones previstas
Pese a contar con entidades de control, con alta experiencia en la inspección fiscal, entes de investigación, leyes con disposiciones legales para el control y uso de los recursos públicos, la mala administración de estos continua. El gobierno en turno implementa medidas de control, fomenta la transparencia, la participación ciudadana, y capacita a los funcionarios, pero si verdaderamente se quiere mejorar la administración de los recursos públicos, es necesario lideres probos con valores y principios, al frente de las diferentes instancias del gobierno que verdaderamente deseen erradicar el cáncer que carcome la administración de los dineros estatales.
Desafortunadamente eso no es así y se mantienen las malas prácticas y vicios que favorecen los malos manejos de la cosa pública. La probidad de las personas a cargo se maneja según intereses personales o partidistas y no con la visión de país.
Prevenir la corrupción es un desafío complejo, donde las estrategias probadas, garantizan la efectividad si hay un verdadero deseo de reducirla, pero el problema al parecer es la ausencia de ese verdadero deseo, que nace en la idoneidad de las personas y su verdadero espíritu de servicio, quedando entonces en el campo político culturar donde los representantes de la sociedad son los llamados a no generarla y velar que sea desterrada de las practicas heredadas y malsanas. Cuando existe la convicción firme de no convivir con la mala administración, las fórmulas mundialmente establecidas funcionan y dan frutos de resaltar.
Hace falta educación y cultura política, para nuestros dirigentes, donde el uso de los recursos de los colombianos sea sagrado. El tema de la corrupción no es ideológico y el gobierno del cambio generó opinión con su bandera de luchar y acabar con la corrupción, pero lo que se está evidenciando es que la corrupción no tiene ideología, si no intereses personales y de fines para lograr constituir poder a partir de prácticas y manejos políticos inescrupulosos alejados de todo principio ético y con propósitos no patrios o nacionales si no de ostentación de un poder para captar y fidelizar electores.
Necesitamos elegir lideres con principios y valores bien arraigados, rodeados de personas que también los reflejen. No más para tiempo de lideres superlativos, adaptables. Cada ministerio, cada departamento administrativo, cada empresa del estado; cada vocero y representante político en el congreso, asambleas departamentales y concejos municipales; cada alto tribunal, cada juzgado, cada entidad de control y fiscalización, deben estar bajo la orientación de personas con principios y valores. Principios y valores que son universales pero que nos han querido despojar, en busca de la supuesta protección de la humanidad, que lejos de protegerla la está hundiendo en una profunda depravación y caos, donde finalmente, los derechos y libertades de los seres humanos no tendrán más cabida.
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