Postillas de coyuntura – 006 23
Bogotá, febrero de 2023
La injerencia que el ejecutivo nacional quiere imponer en la administración del Distrito Capital parece afectar un proyecto ambicioso para la ciudad cómo es la construcción de la primera línea de tren urbano, más conocida como metro, sistema de transporte masivo necesario para la movilidad de muchas personas residentes en la capital del país que crece aceleradamente.
El tráfico vehicular en la ciudad se ha convertido en un gran problema en razón a que la ciudad lleva un atraso en la ejecución de soluciones para resolver el problema en corto, mediano y largo plazo.
Las administraciones del Distrito Capital han venido implementado soluciones medianas a partir de rutas exclusivas donde circulan buses articulados para el transporte público conocidos como “Transmilenio” y la planeación y desarrollo de un “sistema integrado de transporte Público (SITP), que consiste en la articulación de líneas alimentadoras y de apoyo a las troncales con vehículos de menor capacidad tipo buses o busetas, con rutas y paraderos debidamente demarcados sobre espacios de la ciudad no cubiertos por las troncales principales. El proyecto propuesto a la fecha y después de más de 20 años de implementación no se ha cumplido al 100% de la proyección inicial.
Factores permanentes y no controlados como el crecimiento en la población, el incremento en la compra de vehículos particulares la imposición ya no transitoria sino permanente de medidas restrictivas de circulación como el “pico placa” y otras justificaciones que pretenden hacer valer sin una respuesta acorde a las necesidades. El panorama de movilidad vehicular se agravó con la reducción de carriles de vehiculares en vías principales que se adoptaron para el uso de bicicletas, motos eléctricas, patinetas y otros; la instalación de cámaras para control de velocidad, reducción de promedios de velocidad son otras acciones implementadas que en nada han mejorado la movilidad en la ciudad.
Otras soluciones de arquitectura e ingeniería vial, que se ven en ciudades importantes del mundo, no se han tenido en cuenta como la construcción de túneles, autopistas de segundo nivel, puentes multifuncionales con alturas de diferentes niveles.
La construcción de la primera línea del metro que después de más de 60 años de estudios, propuestas, contrapropuestas, hasta ahora finalmente avanza, en un 20% del cronograma previsto, hoy la quiere retrasar el gobierno central, sin argumentos válidos o bien sustentados, que se convierten en el capricho del mandatario con amenazas de quitar el apoyo económico y financiero de no acceder a su posición exageradamente costosa, como si el dinero saliera de su propio pecunio.
El señor Gustavo Petro tuvo su oportunidad como alcalde y no hizo mayor cosa para que iniciara este proyecto tan necesario, así como lo hicieron otros alcaldes, que se dedicaron solo a hacer estudios gastando el dinero del presupuesto y no definiendo su realización; ahora cuando ya están definidos todos los aspectos necesarios para el desarrollo del proyecto quiere imponer opiniones que modifican parte de su construcción y aumentan los costos como si fuera poco la imposición de impuestos para justificar sus propósitos personales y no del país.
El apoyo del gobierno central, no debe ser condicionado, ni manipulado por funcionarios de alto nivel frente a decisiones que al modificarse demandan mayores costos en el proyecto que todavía no funciona. La misma inversión proyectada ya lleva avances que no deben ser modificadas por las pérdidas que representarían. Más bien debe considerar que el proyecto del Metro requiere de otras líneas que podrían tener en cuenta aspectos diferentes que demanden una mayor utilidad en el uso de este transporte que es más rápido y efectivo.
A futuro deben incluirse otros proyectos que pretendan mejorar la movilidad en la capital de la República, como el tren regional, líneas 2, 3 del metro, los cables aéreos que debiera considerar el ejecutivo e impulsarlo ya que la línea 1 del Metro no va a solucionar todos los problemas de transporte y movilidad que requiere Bogotá D.C.
El juego político no debe ser utilizado en esta mega obra de la ciudad, solo planteamientos técnicos y económicos deben primar, en las concertaciones dispuestas y una recomendación especial que se tenga en cuenta el concepto de seguridad integral en la decisión final.
Soluciones no son imposiciones caprichosas. Y aumentar los costos del proyecto en estos momentos no es viable para el país. Las administraciones nacional, departamental y municipal requieren un trabajo de equipo responsable, solidario, apartado de egos y más bien provisto de sensatez pensando en las necesidades de todo el pueblo colombiano.
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