Postillas de coyuntura - 013/24
Bogotá, agosto de 2024
A manera de introducción
La barbarie de los criminales que justifican sus actos atentatorios a la vida y otros derechos humanos como justicia, es un tema turbulento y obscuro. En la historia del mundo se han identificado a personas y grupos, que han cometido atrocidades en nombre de una supuesta justicia social, causando sufrimiento, devastación y desolación de difícil calculo.
El caso de Slobodan Praljak, un comandante del ejército croata durante la guerra en Bosnia, quien se suicidó en la corte tras ser condenado por crímenes de guerra, nos puede servir de ejemplo. Praljak, al igual que muchos otros, creía que sus acciones eran justificadas y necesarias para proteger a su nación.
Algo parecido sentimos los colombianos, hacia los flamantes jefes guerrilleros, hoy convertidos en figuras políticas con voz y voto en las grandes decisiones del país, quienes se presentan como adalides de la paz y con derecho a sindicar y justificar la barbarie por ellos cometida. Con el hándicap a su favor, que los tribunales por ellos diseñados difícilmente los van a condenar.
La justificación de la violencia no es exclusiva de un tiempo o lugar. La barbarie moderna también se manifiesta en diversas formas, a menudo dirigida contra aquellos que son considerados diferentes o una amenaza. Es el gran dilema de nuestra patria.
La importancia del derecho a la vida
Desafortunadamente la historia nos muestra que la civilización y la barbarie a menudo coexisten. Si deseamos avanzar hacia una sociedad más justa y humana, es perentorio reconocer y confrontar esta realidad, para poder entender la importancia del derecho a la vida.
La vida uno de los derechos más sagrados existentes, que debe caracterizar a todo ser humano, es degradado cada día más por los que consideran justas sus decisiones equivocadas, abusivas y que más temprano que tarde también serán juzgados y aniquilados por sus mismos homólogos o cómplices criminales, que no tardan en ajusticiar a su forma a los que ya se constituyen en un riesgo para su estabilidad, u objetivos mal llamados militares, que terminan con la vida, sin que ello corrija una conducta o comportamiento humano, que seguirá siendo repetitivo en el tiempo y de no acabar, cuando el ser humano es variable en sus decisiones por sus puntos de vistas y también se equivoca por sus malas decisiones, que deberían corregirse no precisamente con la pena de muerte ilegítima, que intimida pero que no soluciona en inhibe al hombre en absoluto.
La vida en gran parte del mundo tiene un alto valor y más en los estados que buscan la Paz y el progreso y desarrollo social, como la mejor forma de vida. Pero resulta la vida humana afectada por todo tipo de criminales que negocian una anhelada paz sin sinceridad y tratando más bien de seguir engañando a toda una sociedad que invierte tras este objetivo que es manipulado por los diferentes transgresores que siguen pensando que la violencia es la manera más fácil de demostrar autoridad y poder sin realmente tenerlo.
La intimidación, obligación, presión a la sociedad colombiana con armas o sin ellas, con política o sin política, en la ciudad o en el campo; es movida o ejecutada sin razón, en forma caprichosa o falsamente ya que se asesina o se desaparecen las personas y ni de ello se rinde cuenta en los procesos de conversación y diálogos que buscan generar paz, pero que continúan ejerciendo con violencia.
La posible habilidad de los grupos criminales los carcome a ellos mismos, ya que sus equivocaciones o decisiones arbitrarias no terminarán nunca o acabarán con su vida misma cuando se enfrenten con alguien más poderoso. A si mismo la vida es tan corta, que la persona se acaba o envejece por los años y va perdiendo las fuerzas y su vida también va a terminar sin ver la paz que en algún momento deseó porque detrás de ello no puede olvidar que sus decisiones van a ser su sombra que los va a acusar el resto de sus días.
Quien es el dueño de la vida
Ningún ser humano puede adjudicarse ser el dueño de la vida suya y mucho menos de otra persona, como para asesinarla. ¡Mucho menos ordenarla¡ así existiera la esclavitud, aun así, nadie puede adjudicarse ser el dueño de la vida de otro ser humano. Ni siquiera creer que es dueño y señor de su propia vida como para intentar quitársela, menos aprovechar una condición de poder o gobierno para afectar la vida de otro ser humano.
Respetemos la vida de todo ser y ni siquiera ofendamos al otro para tratar de justificar la utilización de la fuerza. Tengamos presentes los valores humanos, que como principios y creencias guían el comportamiento y las decisiones de las personas y de esta forma comprender tan grande es el valor de la vida. Vivamos y dejemos vivir a los demás. Considerémonos útiles en muchos aspectos para tener motivos para vivir y servir sin interés alguno.
Porque no pensar en ideas sanas y sin violencia, formativas y no represivas, que construyan y no acaben con lo poco que tenemos para vivir o disfrutar de lo que Dios nos dio. El que anda en el mal difícilmente va a ser el bien, el que causa daño en un instante también puede verse afectado por la lesión que ocasionó.
¿Porque hacer mal si Yo no lo deseo para mí? ¿Porque mejor no hacer el bien sin importar a quien y sin espera nada a cambio?
Dificultad manifiesta en nuestra sociedad “Lideres sin valores, no son lideres”
Los valores son fundamentales para construir una sociedad más justa y armoniosa. y la sociedad necesita de lideres con valores que les permita construirla y desarrollarla hasta el logro de sus máximos objetivos como es la convivencia pacífica, armoniosa y en paz, donde la vida del ser humano sea totalmente respetada y valorada.
Lideres sin valores bien arraigados, no generan confianza, para construir ambientes de trabajo y desarrollo positivo y de colaboración.
Lideres sin valores no fomentan la lealtad y el compromiso. Cuando las decisiones no son éticas ni justas, no hay compromisos, ni pactos que perduren.
Lideres carentes de valores, no logran generar el mejor desempeño y producción en sus equipos de trabajo, por el contrario, crean desmotivación, confusión, caos, desorden.
Lideres carentes de valores no se rodean de personas éticas y visionarias, que faciliten la cohesión entorno a objetivos desprendidos de visiones y metas generadoras de cambios en pro de la sociedad.
Lideres carentes de valores, no podrán tomar decisiones éticas y responsables que verdaderamente generen un respeto por la vida y demás derechos de las personas.
Para mala fortuna, en el mundo en que vivimos, es notable la ausencia de lideres formados en medio de valores humanos, que respalden sus actuaciones y acciones de todo orden, tanto públicas como privadas y puedan generar espacios reales de convivencia pacífica donde la vida y el respeto de los demás derechos humanos sean el centro.
La posible solución para prevenir la barbarie que muchos conocemos, pero por ausencia de lideres no se fructifica.
El desafío para vencer la barbarie en nuestro medio requiere un enfoque multidisciplinario a partir de estrategias ya presentadas, diagnosticadas, evaluadas, financiadas pero que por ausencia de verdaderos lideres no permiten generar sus frutos.
Educación y Conciencia: Es imperativo fomentar una educación que promueva valores de respeto, empatía y tolerancia desde los inicios de la vida.
Programas educativos que enseñen sobre derechos humanos, donde la historia de la violencia puede ayudar a prevenir futuros actos de barbarie.
Programas educativos que protejan la vida desde la concepción.
Fortalecimiento de las Instituciones: Asegurar que las instituciones de justicia y seguridad sean fuertes, transparentes y justas.
Incluye la capacitación adecuada de las fuerzas del orden y la implementación de políticas que prevengan la corrupción.
Sistemas de justicia acordes a las necesidades sociales, donde no haya espacio a la impunidad.
Jueces y fiscales imparciales, no permeados por la política o circunstancias de poder.
Promoción del Diálogo y la Reconciliación: Facilitar espacios para el diálogo entre diferentes grupos de la sociedad.
La reconciliación y la construcción de la paz son esenciales para sanar las heridas del pasado y prevenir futuros conflictos.
Con el desarrollo de programas que lleven a la unidad en torno a una nación y no dividan por géneros, razas, etnias o creencias.
Desarrollo Económico y Social: Abordar las causas subyacentes de la violencia, como la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades.
El desarrollo económico y social puede reducir las tensiones y proporcionar alternativas a la violencia.
Este desarrollo debe llevar a la auto independencia económica y participación social y no a la dependencia estatal.
Legislación y Políticas Públicas: Implementar y hacer cumplir leyes que protejan los derechos humanos y castiguen los actos de violencia.
Las políticas públicas deben estar orientadas a la prevención y la protección de las víctimas.
La política pública debe salir de la verdadera y real necesidad de los territorios y no de la idealización del poder central. Generando un “realismo social democrático”, alcanzable.
Participación Ciudadana: Fomentar la participación de la ciudadanía en la construcción de una sociedad justa y equitativa.
La vigilancia y el activismo comunitario son poderosas herramientas para prevenir la barbarie.
Pero en ningún momento esta participación debe asumir roles de autoridad, deslegitimando las ya establecidas en el orden constitucional del país.
Finalmente, desde el Centro de pensamiento por una Colombia mejor (CEPCOM), abogamos por una Colombia respetada y libre como invoca la oración a la patria, que se aprende en las escuelas y se reza en las unidades de la Fuerza Pública, a lo ancho y largo de nuestra nación.
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