Postillas de coyuntura - 010/24
Bogotá, junio de 2024
Cuantos años hemos sido engañados por clanes políticos que quieren llegar al poder a punta de mentiras y falsedades que en el tiempo no pueden sostener y se caen por su propio peso.
Lo peor y no motivante es, que a pesar de tantos fraudes se siguen eligiendo gobernantes y voceros en las corporaciones públicas a personas que no tienen conciencia de su mal actuar y el daño que causan al País.
Tal vez nos hacemos los sordos frente a tantas evidencias que gracias a la televisión, la radio, internet y redes sociales se conocen, discuten y analizan en forma constante.
Será que la falta de educación o cultura política no permite que observemos la destrucción del país, o como la corrupción escala a pasos agigantados sin un control efectivo y estricto por parte de las autoridades y controles Estatales.
La burla al pueblo, es permanente, se evidencia situaciones en que los incluyen en cargos públicos, para ser usados como fichas o fusibles en eventos de descomposición política y perdida de recursos monetarios del erario nacional.
Eventos de descomposición en el manejo de la cosa pública, que han hecho carrera y se cubren con mentiras o la negación de hechos y sucesos por los cuales son presentados ante las autoridades judiciales, que no cuentan con los medios suficientes para poder demostrar y probar sus conductas ilícitas, pasando al usufructo de beneficios contemplados en la ley y otorgados aparentemente legalmente pero manipulados y manejados al antojo politiquero destructivo, en detrimento al orden jurídico del país, la confianza de sus instituciones y la impunidad que no ayuda al buen desarrollo y orden nacional.
Sera que no hay conciencia ni en la política y menos en el pueblo que olvida rápidamente o que las generaciones nuevas desconocen el alcance de las argucias políticas que han manejado a través de la historia los discursos de la seguridad, la paz que no avanzan y al contrario entierran más las ilusiones de muchos? La historia nos enseña a todos, pero las generaciones nuevas no conocen o no se preocupan por investigar el pasado político que ha vivido la República que ha mantenido engañada por muchos años toda la sociedad colombiana.
Los antecedentes de la corrupción encarnada en todos los entes del Estado no aterrizan en un compromiso serio y responsable enmarcado en valores y virtudes que el ser humano debe tener y nunca despojarse de ellos para no caer en injusticias.
La violencia generada por las corrientes políticas se mantiene como si no hubieren pasado más de sesenta años con resultados trascendentales y trágicos que se quieren revivir sin pensar en las consecuencias que se deriven que podrían conllevar una guerra civil. Y la fuerza pública que debe defender el cumplimiento de la constitución política de Colombia no distingue en estos momentos el deber ser de la institucionalidad frente al abuso de poder del gobernante.
Los grupos al margen de la ley aprovechando las circunstancias y los convenios o compromisos adquiridos en acuerdos ilegítimos avanzan en su cobertura con amenazas e intimidaciones y lucrándose de sus exigencias ilegales a muchos colombianos que no ven una esperanza de amparo o protección en sus actividades comerciales que garanticen su trabajo o emprendimiento.
Las bandas de criminales organizadas también aprovechando la falta de autoridad del gobierno de turno encaminan sus filosos colmillos en contra de la sociedad desprotegida y desarmada que no cuenta con aliento para enfrentar los desalmados ataques desproporcionados en su afán de llenarse de dineros que no merecen porque no los han trabajado amparados en los derechos otorgados por la ley y la falta de diligencia judicial para ser sancionados y corregidos.
Las instituciones pierden fuerza y son débiles por cuanto no cuentan con un respaldo político y al contrario pierden su norte en un estado social de derecho que se está torciendo y se encamina a otros polos de interés específico y no común.
La falta de apoyo gubernamental no es vista como necesaria en el país que quisieron transformar y cambiar por cuanto deben destruir lo que funcionaba antes que fue calificado como deshecho y deshumanizado. No se piensa en mejorar lo que puede estar mal, sino en cambiar lo que ellos quieren y a su forma sin importar si ello llegue a funcionar o no.
La historia seguirá repitiéndose quién sabe por cuantos años por cuanto avanzamos hacia el desarrollo en el papel y en los discursos, pero retrocedemos económicamente por la corrupción. Los ideales basados en la justicia están en contravía de los buenos principios que forman y mejoran la convivencia humana.
Sin un buen ejercicio de la política y una verdadera clase dirigente comprometida con la nación no hay “seguridad total” en el país.
Commenti