La guerra cultural marxista está presente
“Si se hace bien la educación inspira a las mentes jóvenes a imaginar un futuro más brillante. No sólo eso, sino que también les da las herramientas y habilidades necesarias para confiar en hacer que esa visión se haga una realidad[1]”.
Postillas de coyuntura - 009/22
Bogotá, abril de 2022
La educación en un país como Colombia, al igual que en los países del mundo tiene una connotación de carácter relevante, necesario y muy importante. Esta educación debe tener como objetivos formar los niños y los jóvenes que van a ser más adelante el futuro de todo un conglomerado social y van a administrar y hacer parte fundamental en el desarrollo del Estado como tal.
Ese direccionamiento de la educación debe facilitar el aprendizaje, la obtención de habilidades y conocimientos de valores. Asimismo, esta formación debe ejercerse entre personas, a través de la descripción, conceptos, narrativa, el ejemplo, o la investigación.
De otra forma deben complementar la enseñanza de sus padres en la familia y los encargados de dar a conocer el conocimiento y evaluar las capacidades de los estudiantes, deben ser personas preparadas e idóneas en cada uno de los campos o materias a desarrollar o cumplir dentro de cada pensum académico.
Distinto a los objetivos de la educación se percibe y debe ser del control del Estado no transmitir conocimientos equivocados o mal intencionados en los diferentes planteles educativos, y es allí donde se observa que los maestros están utilizando la instrucción para enseñar a los estudiantes doctrinas políticas que no son el objetivo de la misma educación y algo aún más grave están utilizando a los estudiantes para que salgan a marchar en contra del Estado y a favor de ideales comunistas en forma obligada y se hace de esa forma impuesta por cuanto quién no quiera realizarlo pierde la materia, es estigmatizado o es objeto de burlas injustas.
¿Dónde quedan el respeto a la opinión y a las ideas en los Centros Educativos y acaso lo que cada uno piensa o diga no debe ser objeto de discriminación alguna? ¿Tienen que los estudiantes aceptar y dejarse someter por este tipo de personas con título de maestro o profesor sin conciencia y con mentes desviadas por una posición política[2]?
¿Dónde está el control del Estado a través de las diferentes autoridades judiciales y administrativas para no permitir se cambie el verdadero sentido de la educación?
Con esta percepción parece que han creado los maestros materias de adoctrinamiento comunista aprovechando su cargo y posición frente a los estudiantes[3].
Están creando odios y enseñando mensajes equivocados y se están desconociendo las libertades y los derechos de los estudiantes, con la participación, aceptación y complacencia de diferentes administradores educativos y hasta padres de familia que conociendo lo que está sucediendo no denuncian por el temor a que sus hijos reciban sanciones injustas o no tener como pagar una universidad o un colegio privados.
¿Cuál va a ser la profesionalización de los futuros estudiantes en Colombia, si no hay acciones que corrijan esta anomalía?
Cobertura, calidad y contenidos acordes a las necesidades y situaciones del siglo XXI, es lo que se debe exigir en nuestras aulas y no la guerra cultural marxista[4] la que se asiente en nuestros centros educativos.
[1] OLIVER ARAUJO, Desde joven siempre tuve inquietud por los temas relacionados con el desarrollo personal pero no fue hasta hace algunos años cuando decidí convertirme en un estudiante activo de la psicología positiva, la motivación y la búsqueda del éxito y la felicidad. Autor del libro Camino a la superación.
[2] «La conquista del poder cultural es previa a la del poder político y esto se logra mediante la acción concertada de los intelectuales llamados “orgánicos“ infiltrados en todos los medios de comunicación, expresión y universitarios.»[1] Antonio Gramschi
[3] La guerra ahora no sería en el campo económico, sino en el cultural. En lugar de obreros, los nuevos sujetos revolucionarios serían las minorías: mujeres, jóvenes estudiantes universitarios, afrodescendientes, indígenas, niños, inmigrantes, población LGBT, entre otros.
[4] El filósofo marxista Antonio Gramsci se dio cuenta de que ninguna persona pensante se entregaría sin más a un sistema que le va a esclavizar. Más bien, creía que se podía, a través de años, si no décadas, subvertir lentamente una cultura en la que el público pudiera ser influenciado hacia una ideología marxista. En su ilusa idea de alcanzar algún día una utopía igualitaria, quería que las víctimas disfrutaran realmente de ser parte de un régimen colectivo y represivo.
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