Retórica incendiaria Una estrategia que acaba con la democracia
- pestupinan
- 16 jun
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Postillas de coyuntura - 011/25
Bogotá, junio de 2025

Llevar la tensión de una mala idea al máximo, es una de las estrategias que a lo largo de la historia, la izquierda, que se conoce también como socialismo del siglo XXI, comunismo versión 2.0, o progresismo, viene utilizando en diferentes escenarios.
Los organismos de inteligencia en su momento han elaborado las apreciaciones y evidenciado ese tipo de maniobras, pero como es información que sirve para la toma de decisiones está ha sido entregada en su momento a los operadores políticos que tienen el poder para actuar frente a este tipo de escenarios.
La idea que han manejado los pensadores políticos, que promulgan esta estrategia a lo largo de la historia, está relacionada con que en el escenario político el actor o actores que se sientan más débiles, seden ante las pretensiones de quienes dirigen la estrategia.
Por la tradición democrática de nuestro país, el empleo de este modelo de estrategia llegaba hasta ciertos niveles donde el aparato del estado podía controlarlos sin entrar en abiertos conflictos. Desafortunadamente, no se escuchó al pueblo elector, en sus necesidades y demandas, y solo en tiempos de campaña se acercaban al electorado con promesas soñadas, pero nunca cumplidas.
En el caso actual de Colombia, donde el empleo de la retórica incendiaria se da desde la cabeza misma del poder ejecutivo, el impacto en la sociedad, en los medios de comunicación y en la percepción de seguridad, es mayor.
La izquierda logró llegar al poder en el instante en que señalaba que sería su última oportunidad. Entonces, no lo van a soltar tan fácilmente, y menos al ver que con el empleo de técnicas de corrupción o compra de conciencia, sigue habiendo un espacio fértil para lograr mantenerse en el poder. Aun cuando antes de llegar al poder, acusaban a todos de corrupción, y esta es, y seguirá siendo el cáncer que va a enterrar a la patria.
Lo que está enfrentando la mayoría de la sociedad colombiana en la actualidad, corresponde a una situación de crisis emocional, acompañada de una sensación de impotencia. Pues, ninguna de sus expresiones populares logra afectar la estrategia durante muchos años planeada y elaborada de la izquierda.
Unos vividores del poder, camuflados hábilmente en comentarios de que la izquierda: “no sabe gobernar o no está preparada para ello”, se excusan en esta falsa premisa para mantener a la dirigencia política, aparentemente con los ojos vendados, diciéndoles que por eso la izquierda se va a caer, y los hacen pensar que muchos pueden ser el próximo presidente, ya que este mal momento pasará.
Nos acercamos a 3 años de mandato de la izquierda, y de funcionamiento de su estrategia de retórica incendiaria. El país no despierta, la sociedad está adormecida. Algunos pocos que podrían ayudar, ya partieron, algunos permanecen indiferentes, no generan opinión pública, y otros, no tienen dónde, ni cómo partir;ellos son los que se enfrentan con la catástrofe que está por venir, están siendo llevados como corderos al matadero.
Los muchos que viven del trabajo que generan las empresas grandes, medianas o pequeñas, son embaucados. Les hacen creer que luchan por sus derechos, sin darse cuenta de que al subir las exigencias económicas para los empleadores, muchos se quedarán sin empleo. Ellos, se están haciendo los sordos y ciegos, ante las advertencias de un futuro oscuro como el que ya han recorrido Venezuela, Nicaragua, y Cuba, que son los referentes por seguir para este gobierno.
Es la clase política, que dice estar en oposición o independiente los que deben fijar una verdadera y gran estrategia para contrarrestar lo que seestá viviendo. Pero hasta el momento no se ve un plan de gobierno bien estructurado con objetivos claros a mediano y largo plazo, que cierren las brechas sociales, explotadas hábilmente en el discurso progresista.
Estamos como en una partida de ajedrez en donde un gran jugador se enfrenta simultáneamente a 5, 10, o 15 tableros. Mientras el gran jugador mueve sus fichas con un objetivo claro, cada uno de sus oponentes quiere derrotarlo a partir de su forma de ver el juego, y de esta manera nunca van a lograrlo, por eso, es necesario unirse para vencerlo.
Cuando la sociedad clama por la unidad, la clase dirigente no debería estar diciendo lo mismo de siempre: “yosoy quien tengo la solución”; “Yo soy quien tengo la verdad”; “yo soy quien tengo la fórmula para salir adelante”. Va pasando el tiempo, ya hay 36 precandidatos, y con posibilidades de aumentar. Cada uno llevando a su manera una campaña, mientras que el gran jugador, con su retórica incendiaria, respaldada por una minoría del pueblo, quieren imponer a toda costa el caos y el sufrimiento a toda la sociedad. No hay suficientes votos, para que cada uno de los 36 postulados aspire a ganar la dirección del país.
Colombia es un país rico, pero desafortunadamente sus arcas han sido hurtadas y malgastadas, y hoy están al servicio de la retórica incendiaria que moviliza fanáticos a lo largo y ancho del país, les dan viáticos, transporte y alimentación incluida; con la única consigna, de aplaudir al “gran jugador”, así en sus diatribas no diga cosas fundamentales, profundas y de cumplimiento, tan solo narré historias del pasado ya saldado, ilusiones y quimeras de difícil ejecución.
Es el momento de la unidad de Colombia, y no de cálculos políticos individuales. Los múltiples candidatos deben ser conscientes de sus verdaderas posibilidades y alejarse de ambiciones; no hay tiempo, para los “¡si me dejo contar en una segunda vuelta, puedo exigir más!” Esa forma de pensar llevará a Colombia a la oscuridad del socialismo del siglo XXI o progresismo para otros.
Ante la retórica incendiaria, hay que dar respuestas de no muchas palabras bonitas, que no alcanzan la verdad y la realidad que ha vivido Colombia. Las simples palabrasno van a cambiar el escenario real, hay personas que han entregado su conciencia y confianza a un líder poseído de resentimiento social, odio, con una ideología destructiva y endemoniada que no está sacando al País del desorden percibido, sino al contrario lo está llevando al extremo de la pobreza, el desempleo, violencia política, e inviabilidad económica.
No se debe esperar un grito de libertad y derechos en el tiempo, el retraso social, el ahogo institucional, acompañado de la pérdida de valores y virtudes que se está viviendo, requiere de propuestas sólidas y contundentes, por parte de los demócratas que deben vencer unidos al gran jugador.
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