Postillas de coyuntura - 016/23
Bogotá, marzo de 2023
La “justicia” en Colombia, un problema donde los diferentes actores siempre tienen una respuesta, que justifica su inoperancia, pero no soluciones para atender el clamor social.
No se justifica que los delincuentes cuenten con más derechos y libertades y no acaten a los deberes y obligaciones que tiene todo ciudadano en el territorio, establecidas por la constitución política y la ley, mientras que las victimas continúan cayendo por el impacto de las balas de los criminales que cada se hacen notorios. Los forajidos consideran que han triunfado con sus acciones delictivas, como si el crimen pagara y fuera premiado por el Gobierno de turno compuesto también por crimínales de todos los pelambres. Consideran que son honestos en principios, pero el que esté libre de delito que lo demuestre. No se necesitan discursos de rectitud, honestidad y corrección de comportamientos criminales, si no han pagado por sus crímenes cometidos.
Los crimínales de las farc que llegaron al Congreso de la República nunca aceptaron todos los delitos cometidos y continúan sin pagar alguna condena, haciendo gala o beneficiándose de lo que tanto criticaron del estado. Ahora comen en la misma mesa con los que atacaron en su ilicitud, y deben cuidarse que sus homólogos con los cuales hicieron pacto delincuencial para atacar al Estado, para que estos no atenten contra sus vidas y se apoderen de las riquezas ilegales alcanzadas y escondidas o legalizadas ya.
Pero no todos los colombianos compartimos esta forma de convivencia con los criminales que ahora hacen las leyes por cuanto por sus venas corre sangre contaminada por los delitos cometidos, son seres enfermos que nunca van a limpiar sus manos de los abusos cometidos, en tanto que siguen defendiendo a criminales para que estos también se burlen de esta sociedad abatida por la inmoralidad social que se sigue evidenciando en el tiempo con mayores crímenes de lesa humanidad.
Ya no debemos decir: “salve usted la patria” porque ya no hay quien la salve. Más bien nos queda que con nuestro buen ejemplo cambiemos la opresión de los malos, algo difícil y descabellado, pero no imposible cuando se tiene una creencia o fe que muchos no alcanzan ya que no creen en la verdad espiritual, lo que no vemos, pero sabemos que existe, dónde está la sabiduría superior y excelencia que no es humana.
Los valores que se han perdido, siguen guardados en el corazón de cada uno de nosotros, los cuales sin fe no se desarrollarán para cambiar para el bien, y este no es el cambio propuesto por el gobernante de turno que no ha cambiado su forma de pensar y ver la sociedad. Para poder cambiar a la sociedad, primero debo cambiar soy Yo. Sí cada uno de nosotros cambiáramos la forma de ver la vida, es decir ver al bien cómo lo básico y esencial en la vida y le diéramos prioridad a los valores y virtudes del ser humano y sacáramos la maldad de los corazones, de seguro se daría un paso importante en el bienestar de toda la sociedad.
“Si la justicia existe, tiene que ser para todos; nadie puede quedar excluido, de lo contrario ya no sería justicia.”
Paul Auster[1]
[1] Paul Auster es escritor, traductor y cineasta. Entre sus obras destacan La trilogía de Nueva York (1987), El libro de las ilusiones (2002), Brooklyn Follies (2005), Un hombre en la oscuridad (2008) e Invisible (2009).
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