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¿CÓMO ENSEÑAR A RESPETAR A LAS AUTORIDADES

“No hay respeto por otros sin humildad por uno mismo”

Henri Frederic Amiel


Postillas de coyuntura - 031/22


Bogotá, noviembre de 2022


 

La convivencia pacífica de una sociedad se genera a partir del respeto, tanto de los semejantes como de las normas de comportamiento, previamente acordadas y enmarcadas en los acuerdos sociales que generan lo que conocemos como una nación, una patria, un estado.


Debemos todos partir que se hace necesario enseñar con el buen ejemplo, las buenas prácticas y el buen testimonio. Y para que existan estos valiosos calificativos debemos iniciar desde el respeto a las personas sin ningún tipo de distinción.


Si no hay consideración e importancia en todos los niveles y específicamente en los más altos del estado, hacia los más bajos; no hay o no existe autoridad y, por lo tanto, esa ausencia de respeto se ve plasmada desde los que protestan en contra de las políticas ejercidas por el mismo estado.


Algunos funcionarios públicos, entre los que cuentan congresistas, que reciben el calificativo de honorables, en distintas actuaciones particulares, pero representando ese cuerpo colegiado y en carácter de sus cargos tratan mal a uniformados de la policía, como si estos no tuvieran una autoridad legítima y desconociendo la preparación como profesionales en su ciencia de orden y seguridad que ellos han recibido.


Se ha vuelto frecuente que ciudadanos, sin ningún tipo de distinciones, estando en condiciones físicas normales o en deficientes condiciones físicas o psicológicas agreden físicamente a los policías y lo peor de esto es que no existen medidas correctivas por las infracciones cometidas, hecho grave y no ejemplarizante, afectando la autoridad y minando la moral de toda una sociedad, pero específicamente de estos servidores de la Patria.


El respeto se gana y para ganarlo debemos escuchar, aprender, obedecer, hablar o dirigirnos con un tono moderado y con palabras considerativas y apreciativas a todos los que nos rodean. Corrijamos con amor, con razón y autoridad; enseñando y haciéndolo para prevenir y no para corregir.


Una sanción impuesta debe llevar impreso un resultado preventivo y no tanto represivo, tanto que el infractor no corrija su debilidad con la presencia de una autoridad, si no por considerar que esa falta la mínima sanción que merece es menor frente a un resultado equivocado que pueda tener mayores consecuencias.


Es inexplicable y no es lógico, que servidores del estado, que cuentan con estudios en altos niveles y habiendo pasado por prestigiosas universidades nacionales y extranjeras, expresen términos inapropiados y faltos de decencia, y cultura; en contra de las autoridades legítimas y que siempre hacen ver el cargo representado, como si esto fuere una patente para faltar al respeto de estas personas[1].


Existe un dicho sabio e inteligente, que tiene un significado apropiado a este tipo de faltas, el cual refiere: “Para ser Doctor se requieren muchos años de estudio y preparación, pero para obtener el título de señor, se necesita ser justo, respetuoso, responsable y recto, entre otros calificativos”. Y más bien, para ser señor, necesitamos tener valores y virtudes que se forjan en la casa, en la escuela de la familia, donde ni se entregan diplomas, donde los padres ejercieron la autoridad para formar también a sus hijos, sin títulos, pero sí guiados por la moral y las buenas costumbres y no es que se quiera afirmar que algunos honorables congresistas no cuenten con estos dones. Pero si se debe decir, que el Congreso de la República, requiere no tanto de estudiosos, sino más bien de personas que quieran lo mejor para el País y ejerzan sus funciones con autoridad moral.

[1] “Aun las profesiones más humildes son dignas de respeto “Confucio


“Cualquier persona que me enseñe, se merece mi respeto y atención”

Sonia Rumzi

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