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UN PAÍS, SIN VERDAD Y REPARACIÓN, DONDE LA IMPUNIDAD ES EL DENOMINADOR

Postillas de coyuntura – 007/23


Bogotá, febrero de 2023


 

Las atrocidades de las “FARC” y otros grupos alzados en armas, las fallas en los procesos de paz, versus la efectividad de los gobiernos en las negociaciones, y la consolidación real de territorios con presencia del estado, ha llevado al país a una total impunidad, sin verdad y reparación.


Un evento ocurrido veinte años atrás, nos lleva al recuerdo de víctimas inocentes que encontraron su martirio injusto en el atentado cometido por ese movimiento subversivo en el Club El Nogal en la ciudad de Bogotá.

Para las familias de las víctimas del Nogal y las de más de un millón de colombianos que han perdido su vida o capacidades físicas, en asaltos, secuestros, ajusticiamientos, homicidios, asesinatos, atentados dinamiteros, sigue lista de múltiples delitos que persisten en el país por cuenta de grupos armados supuestamente con tintes políticos pero en la realidad envueltos en el oscuro mundo del tráfico de estupefacientes, de armas y minería no formal, no podrán decir: “La justicia cojea, pero llega”.


Por cuanto en los veinte años que han pasado de esa oscura noche y pese a las investigaciones diligentemente adelantadas por las autoridades judiciales en ese y otros tantos casos, vemos hoy a los integrantes de las “farc” en el congreso de la República, con procesos judiciales sí, pero blindados de legalidad que seguramente a nada llevarán por cuanto la Jurisdicción Especial para La Paz (JEP), fue hecha para ellos donde no se vislumbra sanción alguna para los victimarios, pero si acusaciones y desprestigio a un estado de derecho y castigos rigurosos a sus operadores legítimos, siguiendo un libreto previamente acordado para un cambio aparentemente democrático, pero contaminado de odio y afán de acabar con lo ya logrado en el camino de encontrar la mejor manera de gobernar una nación.


La violencia generada en el País por los diferentes actores ilegales en más de cincuenta años muestra que el inicio de esta tormenta sin fin no va a terminar pese a los diferentes prebendas que los gobiernos les han otorgado; han faltado a la verdad, no se han desmovilizado en su totalidad y continúan cometiendo crímenes indiscriminados como el realizado en el Club el Nogal, o a la Escuela de Cadetes de Policía General Santander, cometido por el ELN, hoy nuevamente en negociaciones, donde perecieron personas de diversas condiciones sociales y se podría asegurar que si estos terroristas tenían un objetivo este no fue logrado, por cuanto no acaban con las acciones terroristas después de tanto tiempo y lo que realmente desean es acabar con las riquezas que se producen con tanto esfuerzo.


Colombia es un país diferente a otros países, que han logrado la paz y han terminado con la violencia generada por las guerrillas; con diversas costumbres y cultura, y podría asegurarse que existe un odio permanente en el corazón de los violentos, así como el interés de continuar viviendo de los dividendos que producen con el narcotráfico, extorsiones, secuestros, minería ilegal y otras formas de oscura economía para producir y aumentar sus finanzas ilegales, en razón a que no son capaces de utilizar sus manos y el campo para trabajar honradamente y no continuar atentando contra la vida de más colombianos.


La única verdad que se percibe es la de los actos violentos, frente al estado que sigue cediendo espacios políticos derivados de un conflicto que a diario coloca muertos. Los únicos que han entregado la vida frente a las acciones demenciales de los narcoterroristas han sido los soldados y los policías que aún continúan defendiendo la patria y la vida de muchos inocentes que también se han cansado de esperar la tan anhelada y paz inalcanzable y mancillada por las acciones de los terroristas que siguen cambiando la manera de delinquir y enfrentarse a las fuerzas del orden por llegar a la toma del poder.


Cuántas tomas subversivas presentadas, ataques aleves a poblaciones vulnerando el derecho internacional humanitario y que en los últimos años han realizado en marchas violentas amparadas en la legítima protesta, pero que no es otra cosa que tomas terroristas por cuanto atacaron a la policía con artefactos caseros y armas cortas combinadas con ataques de hecho con piedras y elementos contundentes manipulados por congresistas y terroristas de las “farc” y el “eln” con consecuencias de muertos, parálisis y bloqueos de ciudades por gente de la llamada primera línea que no son otra cosa diferente a milicianos de los mismos grupos rebeldes que engañaron al gobierno anterior y han presionado a gobiernos democráticos en diferentes países para llegar al poder como otra forma de fuerza que finalmente penetró todo el estamento amparados en la reclamación pacífica entre comillas.


El daño recibido por cantidad de personas trabajadoras que fueron afectados y limitados en su locomoción con los bloqueos y actos de rebeldía contra el estamento, permitió que los gobiernos y autoridades no enfrentaran más a manifestantes con firmeza, cediendo el principio de autoridad y debilitándose en la aplicación de la misma ley frente a los mismos actos violentos y de exigencia del cambio del gobierno.


Ahora el sentir de los colombianos debe estar dirigido a no permitir que los que alcanzaron el gobierno de esta manera perturbadora y amenazante continúen afectando la democracia, las libertades y derechos; que están aceleradamente menoscabando principios y virtudes en toda una sociedad que no cuenta ya con el amparo del debido proceso e impacta cada vez la justicia de los colombianos.


La defensa de la razón debe ser el verdadero objetivo de cualquier emprendimiento de paz que se genere en nuestra nación, alejado de populismos imbuidos por ideas de socialismo siglo XXI o como se quiera llamar. Lo único que garantiza la convivencia de los seres humanos en paz y libertad es la confianza en la razón.

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